La fertilidad de sus suelos y el histórico e importante paso obligado, el Corredor de la Bureba, son los componentes que precipitan la ocupación humana de estos territorios en tiempos muy pretéritos. En las entrañas de la tierras, en la próxima Sierra de Atapuerca, se han hallado los restos más antiguos que se conocen de seres humanos en Europa, los restos del , especie que pobló estos lugares hace más de un millón de años.
La ocupación continuada de sus tierras, con aportaciones de todas las culturas que atravesaron el obligado paso, definieron a los que encontraron los invasores romanos a su llegada a Iberia. Los Autrigones, una de las tribus vasca a decir de muchos, poblaron esta tierras e hicieron su capital a la actual Briviesca, que todavía sigue ostentando ese título.
Esta misma particularidad conformó la fuerte personalidad de su población, que conforma una unidad política con entidad propia que se convierte en el primitivo embrión del Condado de Castilla.
En tiempos de García Sánchez III de Navarra, hijo de Sancho el Mayor, La Bureba fue incorporada al reino de Nájera-Pamplona, antecesor del Reino de Navarra, posteriormente la zona sería disputada entre Navarra y Castilla pasando en los años sucesivos de manos en diversas ocasiones. Navarra perdió este territorio de forma definitiva tras el Laudo arbitral del Rey Enrique II de Inglaterra de marzo de 1177, al que los reyes Alfonso VII de Castilla y Sancho VI de Navarra habían condicionado en sus disputas, después de firmar una tregua en agosto de 1176.
El condado de La Bureba, fue unión entre las tierra llanas y abiertas y de sus múltiples pueblos. Superpuesta al condado se constituyó la merindad en el siglo XII. La permaneció hasta el siglo XVIII dando personalidad a la entidad política.
La Reconquista dio paso a a la repoblación por gentes llegadas del norte de la Península, no muy lejanos: campesinos, pequeña nobleza y hombres de iglesia. Sin el peligro militar, lo pueblos se agrupan alrededor de la iglesia, la fuente o el camino.